Si tuviese esta noche tu voz,
si pudiese rescatarla
de las ínfulas del silencio.
Si la tuviese en este preciso instante
envolviendo mi temblor
salpicando delicadamente mi oído
de susurros salvajes,
desatando euforia y excitación,
se conjugarían sudor, saliva, tacto,
en una obertura de jadeos
que tu lengua culminaría,
sembrando primaveras
sobre el amanecer de mis pezones.
Ay, si tuviera esta noche tu voz.
© María Meilán

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